La ciudadanía está enojada en las calle pidiendo justicia por el fallecimiento y lesiones sufridas a jóvenes internos como resultado del incendio y hacinamiento del Centro de Cumplimiento de Menores. Ante la incertidumbre y la paranoia de este suceso. Cabrera y Santamaría; dos de los custodios, se refugian en un apartamento abandonado en el Casco Antiguo de la ciudad, que en el pasado les sirvió para reuniones clandestinas.

Encerrados, Cabrera espera la llamada de un superior (Reyes), mientras Santamaría intenta comunicarse infructuosamente con su familia. El tiempo corre, y en ese período de desesperación e incertidumbre, ambos, se enfrentarán a sus propios demonios y se darán cuenta que forman parte de un sistema viciado y corrupto. Mientras afuera, hay una sociedad que solo busca culpables, sin interesarle encontrar las causas.