El 9 de noviembre de 2016, Donald Trump ganó las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Al día siguiente, durante una entrevista con ABC celebrada en Londres, la escritora Margaret Atwood respondía así a la pregunta de si el país norteamericano podía llegar a convertirse, o asemejarse, al menos, al que ella describe, con todo lujo de inquietantes detalles, en «El cuento de la criada», novela, en aquel entonces, aún anclada en el selectivo olvido literario.
Sobre si novelas como esa, distópicas, pueden llegar a cambiar el comportamiento de la gente, revertir determinadas conductas, la autora canadiense fue un paso más allá. Las ficciones distópicas, en su opinión, pueden cambiar las actitudes, y las actitudes cambian los comportamientos. Así, Atwood leyó «1984», de George Orwell, cuando tenía 13 años y, tras hacerlo, supo que nunca sería estalinista; del mismo modo, leyó «Fahrenheit 451», de Ray Bradbury, siendo adolescente, y supo que siempre sería una gran defensora de las bibliotecas. «Creo que pueden cambiar la forma en que la gente ve las noticias, la forma en que ve lo que podría pasar como consecuencia de lo que pasa ahora. Pero no hay un solo futuro, hay muchos futuros posibles.
El futuro dependerá de cómo nos comportemos en el presente, pero también de muchos elementos desconocidos que no podemos prever. No sabemos cómo va a ser el futuro. Pero si una novela te influye, puede que tomes medidas para cambiar la dirección de las cosas. Comprendemos mejor con historias que con números. Es nuestra historia profunda. Tenemos una habilidad innata para entender historias, pero nos tienen que enseñar álgebra», dijo durante la charla.
Éxito y secuela
Al poco tiempo de ese encuentro, y de que Trump tomará las riendas de Estados Unidos, se estrenó, con un éxito enorme en todo el mundo, la serie de televisión basada en «El cuento de la criada» y aquella novela, escrita por Atwood en 1985, se convirtió en un fenómeno de ventas con el que la autora no contaba. Sin que sus lectores, ni su editorial en España la publica Salamandra, lo supieran, Atwood, animada por la peligrosa vigencia de lo narrado varias décadas antes, se había puesto de nuevo a escribir poco antes de que Trump fuera elegido y el resultado fue «Los testamentos», secuela de «El cuento de la criada» que se publicó, en septiembre de 2019, con la misma expectación con la que antes se vivían los estrenos de Hollywood.
Lo cierto es que, más allá de modas y modos televisivos, «El cuento de la criada» es un libro complejo y extraño que encierra grandes verdades. La trama transcurre en la República de Gilead, un estado teocrático, una dictadura puritana, cuyos responsables, amparándose en la amenaza del terrorismo islamista, suprimen la libertad de prensa y privan a las mujeres de todos sus derechos, obligadas a desempeñar estrictos roles en función de su utilidad, entre ellas la procreación.
A principios de febrero del año pasado, durante una nueva entrevista con este periódico en Cartagena de Indias (Colombia), Margaret Atwood confesó que, en realidad, escribió la novela para ver qué tipo de dictadura se desharía de la Constitución estadounidense, que es lo que parece que están haciendo ahora», dijo, en alusión a la deriva de la Administración Trump. La autora buscaba respuestas a preguntas muy concretas: «¿Qué pasaría si en Estados Unidos hubiese un totalitarismo o una dictadura? ¿De qué tipo sería? ¿Sería comunista, se consideraría fascista? Es decir, cómo se organizaría a la gente en torno a esas ideas en Estados Unidos a diferencia de otros países». Cuestiones, todas ellas, que, por fortuna, de momento han quedado sin respuesta.
Fuente: https://www.abc.es/