Tiempo de venganza
Año 9 d.C., frontera con Germania: cerca del río Rhenus, un centurión romano, Lucius Tullus, se prepara para salir de patrulla con sus soldados. En el lado opuesto del río, las tribus germánicas están resentidas por los duros tributos que están a punto de caer sobre ellas. Tullus sospecha que puede haber una revuelta. Y sabe que la supervivencia de sus hombres dependerá no solo de su disciplina y adiestramiento, sino de su propia capacidad de liderazgo.
Tiempo de guerra
Lo que ni Tullus ni su superior, el gobernador Varo, saben es que frente a ellos se encuentra también el carismático Arminio, antiguo aliado de Roma, que lleva tiempo tramando como echar a los romanos de las tierras al este de Rhenus.
Tiempo de muerte
Mientras las legiones de Varo se preparan para abandonar el campamento, miles de guerreros germanos, dirigidos por Arminio, se reúnen en territorios cercanos. Ansiosos por liberarse del yugo romano, los hombres de las tribus afilan sus armas y preparan su mortífero asalto.
Ahora, solo los dioses podrán salvar a los romanos.
Tiempo de venganza
Año 9 d.C., frontera con Germania: cerca del río Rhenus, un centurión romano, Lucius Tullus, se prepara para salir de patrulla con sus soldados. En el lado opuesto del río, las tribus germánicas están resentidas por los duros tributos que están a punto de caer sobre ellas. Tullus sospecha que puede haber una revuelta. Y sabe que la supervivencia de sus hombres dependerá no solo de su disciplina y adiestramiento, sino de su propia capacidad de liderazgo.
Tiempo de guerra
Lo que ni Tullus ni su superior, el gobernador Varo, saben es que frente a ellos se encuentra también el carismático Arminio, antiguo aliado de Roma, que lleva tiempo tramando como echar a los romanos de las tierras al este de Rhenus.
Tiempo de muerte
Mientras las legiones de Varo se preparan para abandonar el campamento, miles de guerreros germanos, dirigidos por Arminio, se reúnen en territorios cercanos. Ansiosos por liberarse del yugo romano, los hombres de las tribus afilan sus armas y preparan su mortífero asalto.
Ahora, solo los dioses podrán salvar a los romanos.