Panita, gracias por sentarte a mi lado y permitirme hablarte al oído mientras juntos viajamos a las entrañas de un sueño.
Espero que puedas sentir la arena bajo tus pies, el susurro de las bananeras, el sonido de la lluvia cuando pega con ganas de romper el techo de zinc, los cánticos de mil voces que hacen estremecer estadios, la risa, el llanto, el sonido que deja el balón en el aire justo antes de entrar en el arco, y el suspiro que conecta el alma de millones de personas en el instante de gritar ¡Golazo!
Ah, se me olvidaba… quizá hasta nos riamos mientras le metemos un poco de baile a la vida. Y quizá también nos enfrentemos algunas veces al miedo, y descubramos juntos cómo se hace cuando el mundo te dice “no”, pero tú has determinado conseguir un “sí”, porque sabes que sabes que por tus venas corre fuerza, pasión y mucha fe, y que, si toca gambetear al mundo entero… pues lo gambeteamos.