El autor, en su opinión, considera que esta tragedia novelada puede ser evaluada como utópica en la actualidad. Y lo acepta. Pero su intención es relatar cómo, a través de dos jóvenes de descendencia diferentes y creencias distintas que se conocen en un momento desesperante, con perseverancia, actitudes positivas y valores irrenunciables, se puede encarar la defensa de la vida, trasmitir un mensaje de amor y tolerancia y valorizar la grandiosidad de la existencia.
El tema elegido no pretende ofender, defender, enaltecer, censurar o marginar a nadie. Solo intenta insistir en un acercamiento de voluntades para una connivencia pacífica, un respeto a las creencias pero fundamentalmente para ir mentalizando en las nuevas generaciones que el futuro no se construye con odio, destrucción, dolor, lágrimas y muerte. ¡Aunque otros piensen distinto!
Por último, es un deber destacar que su objetivo es muy modesto. Si de su lectura y su obvio análisis una persona, ¡solamente una!, reflexiona que son las palabras y el sentimiento afectivo los dos pilares básicos sustentables que permiten edificar una armónica pero sólida estructura de condescendencia humana, la meta ha sido lograda.