«Los momentos en los que Thiago reducía la distancia entre ellos la dejaba sin aliento, pero cuando olvidaba la tapa del váter levantada, recriminaba su marcha o le quitaba el sofá le daban ganas de acabar con su vida».
Daniela creía haber encontrado su cuento perfecto. Un apartamento bonito, un hombre dispuesto a danzar al compás de sus pasos y una historia que compartir juntos hasta encontrar el final con el que comer perdices. Pero las prohibiciones adornadas con palabras disfrazadas de amor la llevaron a ser abandonada cuando resultó inservible: solo Leo, el mejor amigo al que dio la espalda cuando buscaba una relación, podría tenderle una mano para escapar de aquella pesadilla.
Thiago y la mala suerte siempre fueron de la mano. Si no tuvo suficiente con trabajar dieciséis horas en el bar de su familia, quedó sin apartamento cuando este saltó por los aires. Con la desesperación deno querer volver a la casa de sus padres, Leo, su mejor amigo, sería la oportunidad que tanto necesitaba para vivir a su manera.
Por supuesto, lo único que no había comentado Leo era que el hogar donde empezarían a vivir sus dos mejores amigos resultaba ser el mismo. También ignoró que ellos tuvieron una historia y que era posible que aquella divertida broma les hiciera tirarse de los pelos. Pero dicen que donde hubo fuego… siempre quedarán cenizas, ¿no?
Un nuevo encuentro que no tendría que significar nada o que podría serlo absolutamente todo.
«Los momentos en los que Thiago reducía la distancia entre ellos la dejaba sin aliento, pero cuando olvidaba la tapa del váter levantada, recriminaba su marcha o le quitaba el sofá le daban ganas de acabar con su vida».
Daniela creía haber encontrado su cuento perfecto. Un apartamento bonito, un hombre dispuesto a danzar al compás de sus pasos y una historia que compartir juntos hasta encontrar el final con el que comer perdices. Pero las prohibiciones adornadas con palabras disfrazadas de amor la llevaron a ser abandonada cuando resultó inservible: solo Leo, el mejor amigo al que dio la espalda cuando buscaba una relación, podría tenderle una mano para escapar de aquella pesadilla.
Thiago y la mala suerte siempre fueron de la mano. Si no tuvo suficiente con trabajar dieciséis horas en el bar de su familia, quedó sin apartamento cuando este saltó por los aires. Con la desesperación deno querer volver a la casa de sus padres, Leo, su mejor amigo, sería la oportunidad que tanto necesitaba para vivir a su manera.
Por supuesto, lo único que no había comentado Leo era que el hogar donde empezarían a vivir sus dos mejores amigos resultaba ser el mismo. También ignoró que ellos tuvieron una historia y que era posible que aquella divertida broma les hiciera tirarse de los pelos. Pero dicen que donde hubo fuego… siempre quedarán cenizas, ¿no?
Un nuevo encuentro que no tendría que significar nada o que podría serlo absolutamente todo.