Ucrania siempre estuvo ahí, llena de diversidad y mixtura, una nación con idioma, costumbres e historia en común, que resistió ocupaciones mongoles, otomanas, polacas, alemanas y rusas, que muchas veces tuvo una bota en la cabeza y sin embargo sigue ahí.
El ucraniano era el lenguaje de los siervos y los pobres de Ucrania y aun sigue ahí, creando, produciendo, viviendo. En Ucrania su música, su humor, sus ciencias, su poesía y su esfuerzo alegre han atravesado muchos caminos complicados y sin embargo sigue ahí.
La caída del zarismo en febrero de 1917 dio finalmente a los ucranianos la oportunidad de organizarse autónomamente. Un parlamento proclamó en noviembre de ese año la República Nacional Ucrania y el 22 de enero de 1918 la independencia.
La firma del acuerdo entre los representantes de Occidente y los de la nueva república se realizó en Brest-Litovsk el 9 de febrero de 1918. Los comunistas llegaron a tomar Kiev el mismo día en que se firmaba el tratado, pero fueron rápidamente expulsados. Debilitado por la guerra en todos los frentes, el gobierno ucraniano firmó un acuerdo de paz en julio de 1919 por el que aceptaba entregar Galizia en Polonia. Poco a poco, las fuerzas bolcheviques fueron imponiéndose y lograron atrapar cada vez más territorios bajo la órbita de Moscú. El ejército rojo entró en Odessa, el principal puerto en el mar Negro, el 8 de febrero de 1920 y un año después los comunistas controlaban prácticamente todo el territorio de Ucrania cuando un tratado entre Polonia y Rusia puso fin al Estado ucranio, que quedó dominado por la sucursal regional del Partido Comunista de Rusia. La suma de las distintas guerras y una serie de epidemias y hambrunas sumió a Ucrania en la miseria durante la década de 1920.
Stalin, que en 1929 lanzó una política de colectivización agraria que obligaba a todos los campesinos a entregar sus tierras y su ganado a las granjas colectivas inició dos años después el Holodomor, un acto genocida por el que murieron millones de hambre. Una década después otros millones fueron enviados como trabajadores esclavos a las fábricas nazis. El balance de la segunda guerra mundial significó para Ucrania entre 5 y 7 millones de muertos, cientos de ciudades y miles de aldeas destruidas.
En febrero de 1945 los líderes de las potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial configuraron el nuevo orden de Europa y del mundo en la Conferencia de Yalta –en territorio ucraniano– donde Ucrania quedó integrada de nuevo en la órbita soviética. Continuó la represión, la desucranización y las purgas. Las autoridades se esforzaron décadas por diluir la identidad de ucrania y mejorarla hasta hacerla lo más parecida posible a la rusa.
Los años setenta vieron un proceso de desestalinización seguido de otro de chernobylización durante la descomposición del régimen soviético, que preparó el terreno para la independencia de 1991, cuando en un referéndum, que debía ratificar el Acta de Independencia de Ucrania aprobada por el parlamento, nueve de cada diez votantes dieron su apoyo a la independencia. Luego vinieron los años de desnuclearización, desrusificación y reconección con el resto de las naciones, hasta que una nueva invasión, ahora de Vladimir Putin y su camarilla fue lanzada.
La nueva resistencia en Ucrania había comenzado y Ucrania sigue así.
Ucrania siempre estuvo ahí, llena de diversidad y mixtura, una nación con idioma, costumbres e historia en común, que resistió ocupaciones mongoles, otomanas, polacas, alemanas y rusas, que muchas veces tuvo una bota en la cabeza y sin embargo sigue ahí.
El ucraniano era el lenguaje de los siervos y los pobres de Ucrania y aun sigue ahí, creando, produciendo, viviendo. En Ucrania su música, su humor, sus ciencias, su poesía y su esfuerzo alegre han atravesado muchos caminos complicados y sin embargo sigue ahí.
La caída del zarismo en febrero de 1917 dio finalmente a los ucranianos la oportunidad de organizarse autónomamente. Un parlamento proclamó en noviembre de ese año la República Nacional Ucrania y el 22 de enero de 1918 la independencia.
La firma del acuerdo entre los representantes de Occidente y los de la nueva república se realizó en Brest-Litovsk el 9 de febrero de 1918. Los comunistas llegaron a tomar Kiev el mismo día en que se firmaba el tratado, pero fueron rápidamente expulsados. Debilitado por la guerra en todos los frentes, el gobierno ucraniano firmó un acuerdo de paz en julio de 1919 por el que aceptaba entregar Galizia en Polonia. Poco a poco, las fuerzas bolcheviques fueron imponiéndose y lograron atrapar cada vez más territorios bajo la órbita de Moscú. El ejército rojo entró en Odessa, el principal puerto en el mar Negro, el 8 de febrero de 1920 y un año después los comunistas controlaban prácticamente todo el territorio de Ucrania cuando un tratado entre Polonia y Rusia puso fin al Estado ucranio, que quedó dominado por la sucursal regional del Partido Comunista de Rusia. La suma de las distintas guerras y una serie de epidemias y hambrunas sumió a Ucrania en la miseria durante la década de 1920.
Stalin, que en 1929 lanzó una política de colectivización agraria que obligaba a todos los campesinos a entregar sus tierras y su ganado a las granjas colectivas inició dos años después el Holodomor, un acto genocida por el que murieron millones de hambre. Una década después otros millones fueron enviados como trabajadores esclavos a las fábricas nazis. El balance de la segunda guerra mundial significó para Ucrania entre 5 y 7 millones de muertos, cientos de ciudades y miles de aldeas destruidas.
En febrero de 1945 los líderes de las potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial configuraron el nuevo orden de Europa y del mundo en la Conferencia de Yalta –en territorio ucraniano– donde Ucrania quedó integrada de nuevo en la órbita soviética. Continuó la represión, la desucranización y las purgas. Las autoridades se esforzaron décadas por diluir la identidad de ucrania y mejorarla hasta hacerla lo más parecida posible a la rusa.
Los años setenta vieron un proceso de desestalinización seguido de otro de chernobylización durante la descomposición del régimen soviético, que preparó el terreno para la independencia de 1991, cuando en un referéndum, que debía ratificar el Acta de Independencia de Ucrania aprobada por el parlamento, nueve de cada diez votantes dieron su apoyo a la independencia. Luego vinieron los años de desnuclearización, desrusificación y reconección con el resto de las naciones, hasta que una nueva invasión, ahora de Vladimir Putin y su camarilla fue lanzada.
La nueva resistencia en Ucrania había comenzado y Ucrania sigue así.