Esa voz íntima, lograda desde una focalización impecable que sigue sólo a las protagonistas, desde esa tercera persona que las hace vivir y hablar, me parece uno de los mejores logros de la novela porque produce la sensación de una primera persona, de que estamos metidos en los eventos y pensamientos de las personajes. Ese narrador nunca comete el error de desviarse, de seguir a otros personajes, a no ser que lo haga a través de Irene o del ama, y nos produce la exquisita sensación de estar en la piel de estas mujeres de ficción, de vivirlas, de sentirlas, de entenderlas.
Harold Kremer
Esa voz íntima, lograda desde una focalización impecable que sigue sólo a las protagonistas, desde esa tercera persona que las hace vivir y hablar, me parece uno de los mejores logros de la novela porque produce la sensación de una primera persona, de que estamos metidos en los eventos y pensamientos de las personajes. Ese narrador nunca comete el error de desviarse, de seguir a otros personajes, a no ser que lo haga a través de Irene o del ama, y nos produce la exquisita sensación de estar en la piel de estas mujeres de ficción, de vivirlas, de sentirlas, de entenderlas.
Harold Kremer