Un hecho fortuito coloca a Andrés Lavriaga, un prófugo que acaba de robar una sucursal de préstamos, y a Julia Bazlin, una bióloga que llegó a un punto ciego en su vida, en el mismo escenario y con el mismo rótulo: son los únicos sobrevivientes de un triple accidente de tránsito en la ruta. Así empieza esta historia: con el desenlace de una secuencia que reconfigura la vida de los dos personajes, sus pasados y también un presente que comparten en el hospital al que son derivados. El resto del mundo rima narra la experiencia fantasmal de una mujer que desafía la lógica de la existencia. Que escapa de su internación, se esconde en un placar y usurpa la identidad de una doctora para acercarse al otro sobreviviente y, a partir de la vida de él, reinventar la suya. Julia, camuflada como Mónica Elzester, y Andrés, convaleciente, entablan una relación extraña y ambigua. Ambos buscan sentido en la memoria del otro, que se mezcla con películas, sueños y fragmentos leídos. Con una escritura precisa e imágenes punzantes, Carolina Bello compone una cartografía de sensaciones, que transitan entre lo visible y lo invisible, lo vivo y lo muerto, atravesada por una atmósfera melancólica, de violencia y erotismo.
Un hecho fortuito coloca a Andrés Lavriaga, un prófugo que acaba de robar una sucursal de préstamos, y a Julia Bazlin, una bióloga que llegó a un punto ciego en su vida, en el mismo escenario y con el mismo rótulo: son los únicos sobrevivientes de un triple accidente de tránsito en la ruta. Así empieza esta historia: con el desenlace de una secuencia que reconfigura la vida de los dos personajes, sus pasados y también un presente que comparten en el hospital al que son derivados. El resto del mundo rima narra la experiencia fantasmal de una mujer que desafía la lógica de la existencia. Que escapa de su internación, se esconde en un placar y usurpa la identidad de una doctora para acercarse al otro sobreviviente y, a partir de la vida de él, reinventar la suya. Julia, camuflada como Mónica Elzester, y Andrés, convaleciente, entablan una relación extraña y ambigua. Ambos buscan sentido en la memoria del otro, que se mezcla con películas, sueños y fragmentos leídos. Con una escritura precisa e imágenes punzantes, Carolina Bello compone una cartografía de sensaciones, que transitan entre lo visible y lo invisible, lo vivo y lo muerto, atravesada por una atmósfera melancólica, de violencia y erotismo.