¿Azúcar? ¡No! ¿Leche? ¡No! ¿Salmón? ¡No! ¿Choclo en lata? ¡No! ¿Harinas? ¡No! ¿Endulzante? ¡No! ¿Verduras y frutas no orgánicas? ¡Eso no se come! La lista podría ser interminable, y con cada exclusión nos desviamos un poco más de la simple satisfacción de alimentar nuestro cuerpo. En este libro, Mónica Katz, médica nutricionista creadora del Método No Dieta, junto a la periodista y escritora Valeria Sol Groisman, analizan cómo las restricciones alimentarias, lejos de brindarnos bienestar, pueden transformarse en cadenas que nos separan de una vida plena y conectada. En las redes sociales, la comida se convierte en espectáculo, en una pose cuidadosamente calculada para obtener likes y seguidores. La cámara come primero y el placer queda en segundo plano. Es hora de replantearnos nuestra relación con la comida, de dejar de lado las restricciones impuestas por la moda y la ideología, y de reencontrarnos con el disfrute en cada bocado. Porque el alimento no debería ser motivo de conflicto, sino una fuente de alegría para el cuerpo y el alma.
¿Azúcar? ¡No! ¿Leche? ¡No! ¿Salmón? ¡No! ¿Choclo en lata? ¡No! ¿Harinas? ¡No! ¿Endulzante? ¡No! ¿Verduras y frutas no orgánicas? ¡Eso no se come! La lista podría ser interminable, y con cada exclusión nos desviamos un poco más de la simple satisfacción de alimentar nuestro cuerpo. En este libro, Mónica Katz, médica nutricionista creadora del Método No Dieta, junto a la periodista y escritora Valeria Sol Groisman, analizan cómo las restricciones alimentarias, lejos de brindarnos bienestar, pueden transformarse en cadenas que nos separan de una vida plena y conectada. En las redes sociales, la comida se convierte en espectáculo, en una pose cuidadosamente calculada para obtener likes y seguidores. La cámara come primero y el placer queda en segundo plano. Es hora de replantearnos nuestra relación con la comida, de dejar de lado las restricciones impuestas por la moda y la ideología, y de reencontrarnos con el disfrute en cada bocado. Porque el alimento no debería ser motivo de conflicto, sino una fuente de alegría para el cuerpo y el alma.