La historia de una poderosa familia de terratenientes en algún lugar de América Latina.
Han transcurrido más de veinticinco años desde la publicación de La casa de los espiritus escrita por Isabel Allende (1942), una casi desconocida chilena exiliada en Caracas que, para «sacarse del alma los fantasmas», tomó la pluma en enero de 1981 y no paró hasta enhebrar más de quinientas páginas, como un exorcismo. Después comenzó la peregrinación por las editoriales del lugar, que la rechazaron, para finalmente lanzarse con éxito en España, de donde saltó a Europa e Hispanoamérica. En ese proceso de recepción literaria llega por fin al Chile de Pinochet en el que se cuela de contrabando burlando la censura. A partir de ahí explota el «fenómeno Allende»: un inmenso éxito de ventas, traducciones al alemán, ruso, japonés... y la versión cinematográfica en 1993. La clave de este éxito radica en la extraordinaria capacidad de narrar de Isabel Allende, inventora de una «comedia humana» al estilo de Balzac.