“Antes no éramos colombianos….”
«Antes no éramos colombianos, sino simplemente kunas; ahora el gobierno quiere que dejemos de ser kunas para convertirnos en panameños, y por eso nos mandan maestros y policías wagas a maleducarnos y atropellarnos».
SHÁILA COLMAN
En 1925, el levantamiento de los gunas en Panamá respondió, en gran medida, a la insistencia de los gobiernos en incorporar a la “civilización” a este pueblo originario por medio de educación, leyes y costumbres que les eran totalmente ajenas. A lo largo de varios años, desde 1907, los esfuerzos integradores dieron pocos resultados y se intensificaron los enfrentamientos.
En plena construcción del canal, los estadounidenses tendrán también un papel en esta historia, al igual que empresas extractivas ubicadas en una región rica en látex, carey, cocos, plátano y minerales; sus embarcaciones circularán entre la costa
y las principales islas del archipiélago caribeño. El aventurero R. Marsh entrará en escena y, además de apoyar la rebelión, redactará en inglés el acta de independencia de los gunas.
Con esta novela, muy apegada a la historia, el autor nos sorprende y seduce con un acontecimiento poco conocido y que influyó significativamente en el devenir del pueblo guna.
El autor nos dice:
En 1938, trece años después de los acontecimientos narrados en la novela, surgirá en la región de San Blas la primera comarca indígena panameña y el 24 de febrero de 1925 quedará consagrado como el día en el que los gunas se vieron obligados a recurrir a la guerra para preservar sus derechos inalienables.
Esta novela histórica moverá a repensar la situación de los pueblos aborígenes en la región y dará a conocer la relevancia de los gunas que son hoy, sin lugar a duda, una de las etnias aborígenes más singulares. Esta realidad permite al escritor destacar algunas de las características que hacen de los gunas un pueblo originario diferente: son monoteístas, monógamos, la mujer juega un rol importantísimo en sus vidas y sus decisiones son absolutamente democráticas. Por último, pero no menos importante, hay oportunidad para recrear la belleza del archipiélago de San Blas y las
costumbres íntimas de sus habitantes.
Entre tanto, en la capital, el gobierno interino de Mendoza colocó a los jóvenes kunas, que estaban siendo educados por los Hermanos Cristianos, bajo la tutela de maestros laicos. Poco tiempo después clausuró el internado y trasladó a los maestros laicos a las pocas escuelas que funcionaban en las islas de San Blas. Estas decisiones parecían enviar a Charly Robinson el mensaje de que el Gobierno estimaba que el más progresista de los sáhilas no sería capaz de alinear a las comunidades kunas bajo la hegemonía del Gobierno de la república.