Todos los años recibimos, desde distintos y lejanos países, cientos de cuentos. Los impulsa un viento de entusiasmo para participar en el concurso Los Niños del Mercosur. Los sobres traen sellos de Brasil, Venezuela, Uruguay, Paraguay y México... y también, por supuesto, de Argentina. De esos certámenes hemos seleccionado algunos cuentos que merecieron menciones honoríficas de los jurados, y ahora, ya en su punto de caramelo, los ofrecemos para degustar. Cada familia tiene un personaje que se destaca sobre el resto. Los hay aventureros, charlatanes, mentirosos y también maniáticos, como la tía Laura, cuya obsesión son los pelos. Sí, tal como pueden leer en Pelos y señales, aunque sugerimos tomar las debidas precauciones para no quedar enredados. En otra de las historias, en cambio, el protagonista se plantea si cada ser tiene La sombra correspondiente, o algunos la perdieron para siempre. Cosa que no preguntan Los mocosos del pasaje, ya que a ellos sólo les interesa formar parte de La murga del Pelado. Podrán enterarse además cómo es que Antonia, envuelta en lentejuelas, con su barba oscura, la verruga en la nariz y una sonrisa desdentada, logra despertar un amor inolvidable. Peligroso, tal la palabra casi mágica que usan los padres para prohibir salidas o actividades de los chicos. Y sí uno tiene la mala suerte de ser el benjamín de la familia, los cuidados se vuelven asfixiantes! También puede sucederle esto a reyes y reinas, cuyas vidas están muy lejos de las fantasías doradas que pintan las revistas. Una historia rea! nos cuenta la verdadera tragedia de los jerarcas que salen al campo de batalla, dispuestos a ¡matar o morir! Pero no es esto lo que preocupa a Leonela, al principio. Para ella la tristeza viene de antes, de un tiempo que no puede recordar pero que está ahí, latente, hasta que un día... Sin embargo, el tiempo transcurre distinto en Una noche en Marfeclei, donde los fantasmas asustan a los chicos y los padres a los fantasmas, mientras que, muy lejos, Saturnino no se cansa de contar que Una mosca me cambió la vida. ¡Hay que leer para creer!