Unos perfiles mordaces en los que su autor presenta a los caudillos más abominables de nuestro continente.
Alfredo Iriarte no sólo fue un prolífico escritor de crónicas, ensayos, cuentos y novelas, sino además un conversador inmejorable que salpicaba sus anécdotas con esa ironía suya que se hace palpable en muchos de sus textos, especialmente en este.
"Bestiario tropical como dice el propio Iriarte en un aparte del texto, "es un libro concebido y realizado para mostrar la delirante cara tragicómica y esperpéntica de algunos regímenes dictatoriales hispanoamericanos"
"Es un libro magistral, divertido y aterrador, escrito en un lenguaje exquisito, que retrata de manera perversa y llena de humor a esos dictadores latinoamericanos que han inspirado novelas magníficas y que se caracterizan por que todos exhiben esos y que se caracterizan por que todos exhiben esos rasgos que Iriarte les atribuye a los dictadores caribeños: la rapacidad, la crueldad, la simpatía por las ideologías fascistas y la lubricidad sin límites". Del prólogo de Patricia Lara Salive
Unos perfiles mordaces en los que su autor presenta a los caudillos más abominables de nuestro continente.
Alfredo Iriarte no sólo fue un prolífico escritor de crónicas, ensayos, cuentos y novelas, sino además un conversador inmejorable que salpicaba sus anécdotas con esa ironía suya que se hace palpable en muchos de sus textos, especialmente en este.
"Bestiario tropical como dice el propio Iriarte en un aparte del texto, "es un libro concebido y realizado para mostrar la delirante cara tragicómica y esperpéntica de algunos regímenes dictatoriales hispanoamericanos"
"Es un libro magistral, divertido y aterrador, escrito en un lenguaje exquisito, que retrata de manera perversa y llena de humor a esos dictadores latinoamericanos que han inspirado novelas magníficas y que se caracterizan por que todos exhiben esos y que se caracterizan por que todos exhiben esos rasgos que Iriarte les atribuye a los dictadores caribeños: la rapacidad, la crueldad, la simpatía por las ideologías fascistas y la lubricidad sin límites". Del prólogo de Patricia Lara Salive