"Amores bárbaros" refiere a los amores libres, amores balbuceantes que se erigen en las fronteras de la norma dominante. Ese no lugar comienza a ser habitado por la barbarie amorosa, amor sin forma que busca modos más inclusivos. Los "amores bárbaros" son ignorados por el poder dominante, así como eran desconocidos los bárbaros que, en todas las épocas, asediaron los centros de la verdad y el bien. Estos "amores bárbaros" serán díscolos agentes del desorden del cual emergerán ordenamientos que desencializan una figura única y última de lo humano. Es fundamental para estos amores bárbaros, enfatizar la artificialidad de lo humano y la historicidad de sus actividades. Lo primero es negar toda forma natural de las uniones amorosas humanas. Es un error creer que la monogamia heterosexual es la forma que la naturaleza estableció para el vínculo amatorio. La historia señala la falta de un principio trascendente y un finalismo irremplazable para lo humano. Los diversos institutos del poder pretenden imponer como naturales las formas hegemónicas. Los amores bárbaros afirman la innaturalidad de toda naturalización de lo histórico contingente.
"Amores bárbaros" refiere a los amores libres, amores balbuceantes que se erigen en las fronteras de la norma dominante. Ese no lugar comienza a ser habitado por la barbarie amorosa, amor sin forma que busca modos más inclusivos. Los "amores bárbaros" son ignorados por el poder dominante, así como eran desconocidos los bárbaros que, en todas las épocas, asediaron los centros de la verdad y el bien. Estos "amores bárbaros" serán díscolos agentes del desorden del cual emergerán ordenamientos que desencializan una figura única y última de lo humano. Es fundamental para estos amores bárbaros, enfatizar la artificialidad de lo humano y la historicidad de sus actividades. Lo primero es negar toda forma natural de las uniones amorosas humanas. Es un error creer que la monogamia heterosexual es la forma que la naturaleza estableció para el vínculo amatorio. La historia señala la falta de un principio trascendente y un finalismo irremplazable para lo humano. Los diversos institutos del poder pretenden imponer como naturales las formas hegemónicas. Los amores bárbaros afirman la innaturalidad de toda naturalización de lo histórico contingente.