En el cine de Lucrecia Martel se escucha más de lo que se ve: sus películas despliegan una orquesta ambiental, compuesta por ruidos, voces, músicas y silencios, que traspasa la pantalla y nos entrega un mundo espectral y tangible. Natalia Christofoletti Barren ha explora con delicadeza el universo de la cineasta, donde se amplifica la cara salvaje de los vínculos cotidianos, familiares, imposibles de domesticar, revelando sus conflictos, arbitrariedades y sobresaltos. La autora recorre los artilugios visuales y, especialmente, las sonoridades de los tres primeros largometrajes -La ciénaga, La niña santa y La mujer sin cabeza-, desde una mirada capaz de escuchar el entramado de reverberaciones, artefactos sensibles, encantamientos físicos, vacilaciones audiovisuales. Cercano a la experiencia acuática de una pileta de natación -una de las figuras predilectas para pensar la relación del cine de Martel con los espectadores-, este libro, que además del panorama crítico incluye conversaciones y entrevistas con la directora, invita a sumergirnos en las texturas sensuales de las obras: sonoras, fluidas, persistentes, a veces invisibles, a todas luces vibrantes.
Julia Kratje