La emergencia de regímenes autoritarios durante las dos últimas décadas constituyó un importante desafío a la tradicional práctica social de la Iglesia Católica latinoamericana. Las respuestas que el catolicismo latinoamericano brindó a este desafío no sólo se reflejaron en su comportamiento político, también significaron una profunda mutación en la herencia doctrinal del pensamiento social-cristiano. La creciente participación de miembros del clero y laicado en los conflictos políticos y sociales en estos años demandó un nuevo tipo de análisis y una nueva conceptualización de la normativa eclesiástica. Los debates en torno al rol del social-cristianismo en la transformación de las realidades de injusticia y atraso, y el activismo de grupos católicos en el campo político, condujeron una profunda crisis institucional, cuyos efectos se prolongan hasta nuestros días.
La emergencia de regímenes autoritarios durante las dos últimas décadas constituyó un importante desafío a la tradicional práctica social de la Iglesia Católica latinoamericana. Las respuestas que el catolicismo latinoamericano brindó a este desafío no sólo se reflejaron en su comportamiento político, también significaron una profunda mutación en la herencia doctrinal del pensamiento social-cristiano. La creciente participación de miembros del clero y laicado en los conflictos políticos y sociales en estos años demandó un nuevo tipo de análisis y una nueva conceptualización de la normativa eclesiástica. Los debates en torno al rol del social-cristianismo en la transformación de las realidades de injusticia y atraso, y el activismo de grupos católicos en el campo político, condujeron una profunda crisis institucional, cuyos efectos se prolongan hasta nuestros días.